Historia y equipo
Nuestros comienzos
Fundada en 1943 por Santos J. Carelli, nuestra bodega nació del sueño de un hombre apasionado por la viticultura y por la tierra mendocina. Desde entonces, la bodega ha crecido y evolucionado, siempre manteniendo el espíritu de empresa familiar que Santos imprimió desde el primer día. Hoy, con la cuarta generación de la familia al frente, seguimos cultivando esa misma pasión que nos ha acompañado durante más de 80 años.
Nuestra historia comienza cuando Santos adquirió una bodega cuya nave principal se había construido en 1890, una obra que ya contaba con más de medio siglo de historia en la viticultura.
A lo largo de nuestra historia, la bodega ha experimentado varias remodelaciones que han marcado hitos importantes en su evolución. En 1970, Enrique, el primogénito de Santos, decidió emprender una ambiciosa remodelación que incluyó la construcción de una nueva nave de hormigón. Esta ampliación permitió aumentar significativamente la capacidad de la bodega, incorporando más tanques y modernizando la infraestructura para adaptarse a los nuevos tiempos.
La década de 1980 fue otro punto de inflexión en la evolución de nuestra bodega. En este tiempo, se adquirió la Finca Libertad, una de nuestras fincas más grandes, lo que permitió expandir aún más nuestra producción. Al mismo tiempo, se incorporaron tecnologías italianas y francesas de última generación para el prensado y la molienda, elevando la calidad de nuestros vinos a niveles nunca antes alcanzados.
En 1990, se llevó a cabo otra importante remodelación con la expansión del área del laboratorio. Equipado con nuevas tecnologías enológicas, este espacio se dedicó a la mejora continua de la calidad de nuestros vinos, refinando cada detalle del proceso de vinificación para lograr su máximo potencial. El año 2000 trajo consigo más cambios significativos: las piletas de hormigón de la nave original, construida en 1890, fueron revestidas con una capa de epoxi para garantizar la máxima higiene e inocuidad del producto, mientras que se incorporaron prensas italianas de última tecnología y tanques de acero inoxidable que mejoraron aún más nuestra capacidad productiva y la calidad del vino.
En 2010, la bodega experimentó una remodelación adicional para incluir una línea de fraccionamiento y vestido GAI de última generación, así como una sala de conservación refrigerada para mantener nuestras estibas fraccionadas a la temperatura ideal. Con esta modernización, integramos cada etapa del proceso de producción, desde el viñedo hasta la botella, con recursos y conocimientos propios. Finalmente, en 2015, se incorporaron tanques de acero inoxidable para el trabajo en frío, perfeccionando aún más nuestra capacidad para producir vinos de alta calidad, con un control de temperatura preciso durante todas las etapas de producción.
A lo largo de cada uno de estos momentos, la esencia de la bodega ha permanecido intacta: una empresa familiar, enraizada en la tierra y en la historia, donde cada generación aporta su visión y su pasión. Hoy, bajo la dirección de la cuarta generación, continuamos con el legado de Santos J. Carelli, trabajando con el mismo amor y dedicación que él inició hace más de 80 años. Estamos orgullosos de ser una bodega certificada bajo normas de calidad BPM (IRAM), con certificaciones de ORGANICO (LETIS) y SUSTENTABILIDAD (IRAM-BdA), reflejando nuestro compromiso con la excelencia y el respeto por nuestro entorno.
La historia de nuestra bodega es, en definitiva, la historia de una familia que, generación tras generación, ha sabido adaptarse, innovar y crecer, sin perder de vista lo más importante: la pasión por hacer grandes vinos que reflejen el carácter único de nuestra tierra.
En el año 1943 nace Bodega Carelli
En 1943 Santos J. Carelli adquirió la bodega e implantó vides en sus tierras, priorizando cepajes de calidad para la elaboración de sus vinos.
Nuestro Equipo: El Alma y la Ciencia Detrás de Cada Vino
En Bodega Carelli, sabemos que la grandeza de nuestros vinos no solo proviene de nuestras viñas, sino también del talento y la pasión de las personas que forman parte de nuestro equipo. Desde el cultivo de la vid hasta la creación de cada botella, nuestro equipo es el corazón y la ciencia que dan vida a nuestra bodega.
En el viñedo, nuestros trabajadores se dedican a cuidar cada planta con esmero, guiando su crecimiento a través de las estaciones con técnicas tradicionales y un profundo conocimiento de la tierra. Su experiencia en la poda, el mantenimiento y la cosecha asegura que cada uva alcance su máxima expresión, lista para convertirse en un vino excepcional.
Pero el viaje de nuestras uvas no termina en el viñedo. Una vez en la bodega, el protagonismo pasa a manos de nuestro equipo enológico, quienes combinan ciencia, arte y tradición para transformar la materia prima en vinos únicos. Con una atención meticulosa a cada detalle del proceso de fermentación, crianza y embotellado, nuestros enólogos logran resaltar la esencia de nuestra tierra en cada copa. Ellos experimentan, innovan y perfeccionan, siempre en busca de la excelencia.
Cada botella de vino que producimos es un reflejo del esfuerzo colaborativo entre quienes trabajan bajo el sol del viñedo y quienes, en la bodega, dominan el arte de la vinificación. Para nosotros, el equipo no es solo una parte esencial de nuestra bodega, sino el motor que nos impulsa a seguir creando vinos que cuentan la historia de nuestra tierra y de la gente que la cuida.
Juan Perêz
Director de la bodega
Diego es el responsable del proceso de elaboración de los vinos. Sus decisiones son vitales para definir la calidad y características finales de nuestros vinos.
Juan Perêz
Director de la bodega
Diego es el responsable del proceso de elaboración de los vinos. Sus decisiones son vitales para definir la calidad y características finales de nuestros vinos.
Juan Perêz
Director de la bodega
Diego es el responsable del proceso de elaboración de los vinos. Sus decisiones son vitales para definir la calidad y características finales de nuestros vinos.
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Bodega
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Desde 1943 elaborando poderosos tintos y blancos frutados, resumen la generosidad de nuestra tierra y la energía del sol mendocino.